Décimas de segundo que me dan esa vida.
Y de pronto la unión de nuestros labios vuelve a estar presente. Notamos y recordamos cada milímetro de nuestros cuerpos a través de la ropa que nos protege del frió invierno. Poco a poco un ligero escalofrío nos recorre cuerpo y alma. Tu piel suave y pálida. Tus labios se hacen dueños de cada rincón de mi ser. Mis labios buscan la serenidad de tu cuello. Nos fundimos. Ya no somos tu y yo, si no nosotros. Somos UNO. El calor vence al frió. El máximo bienestar y luego silencio. Bajo las templadas aguas nos hundimos en un sentir de nuestros cuerpos. Entonces es cuando esa mirada que una vez hizo de mis días el paraíso vuelve a toparse con mis ojos.
Comments
Post a Comment