Bienvenida a Asmodea.
Ciudad de fuego celestial, abunda el hambre invisible, la impureza lúcida y los gritos de dominio.
Ciudad codiciada por los más hábiles cazadores de gozo, donde no hay lugar para los romances,
muertos o vivos pero eternamente abiertos bajo un manto de sombra alcahueta.
Se escucha en Asmodea las risas de las concubinas y los flagelos ardientes.
Aquí nacen los placeres prohibidos y los deseos rebeldes. Aquí caen las corazas y los límites.
Ciudad bajo el mar que se arrastra a las orillas para conseguir un trozo de vida.
Bienvenida a Asmodea, cubierta de seda roja y los cabellos, entre dos puños, tiran hacia un vientre cada vez más bajo, cada vez más férreo, cada vez más vivo.
Ciudad codiciada por los más hábiles cazadores de gozo, donde no hay lugar para los romances,
muertos o vivos pero eternamente abiertos bajo un manto de sombra alcahueta.
Se escucha en Asmodea las risas de las concubinas y los flagelos ardientes.
Aquí nacen los placeres prohibidos y los deseos rebeldes. Aquí caen las corazas y los límites.
Ciudad bajo el mar que se arrastra a las orillas para conseguir un trozo de vida.
Bienvenida a Asmodea, cubierta de seda roja y los cabellos, entre dos puños, tiran hacia un vientre cada vez más bajo, cada vez más férreo, cada vez más vivo.
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